lunes, 3 de noviembre de 2014
Cáncer y actividad física parte I
Esta revisión se ha hecho pensando en los posibles problemas que se dan antes, durante y después del padecimiento de cáncer, es decir, los beneficios del ejercicio sobre personas, en la fase preventiva y en la fase de supervivencia. Lo que se pretende observar es, en qué medida, el ejercicio físico puede ser positivo y/o prudente a la hora de ser administrado. Se ha podido observar a lo largo de la revisión, que el tratamiento tradicional del cáncer ha obviado la actividad física, llevando al paciente a una vida demasiado sedentaria; sin embargo, hemos podido comprobar cómo el ejercicio físico adaptado a estos pacientes puede ofrecer mejora en multitud de aspectos tanto físicos como psicológicos, teniendo un efecto terapéutico muy positivo.
Investigaciones ponen de manifiesto que la actividad física y los supervivientes de cáncer dan lugar a resultados muy positivos a favor de los supervivientes. En la fase de prevención, la actividad física puede ayudar a la persona a seguir adelante física y emocionalmente mientras espera el tratamiento; puede mejorar la capacidad cardio-respiratoria, que ayudará mientras está siendo tratado y/o retrasar los síntomas negativos producidos por el mismo. Durante la fase del tratamiento, la actividad física puede reducir los efectos secundarios, impedir la pérdida de músculo y ganancias de masa grasa, y mejorar la calidad de vida ademas de mejorar el humor del paciente. En la fase de supervivencia, la actividad física puede ayudar a optimizar la recuperación física y la calidad de vida; controlar los efectos del tratamiento (fatiga, linfedema, pérdida de hueso, ganancia de masa grasa, etc.) y evitar el desarrollo de posibles enfermedades asociadas al superviviente como osteoporosis, diabetes, ataques al corazón.
San Juan et al. (2011) añaden que los efectos secundarios pueden ser exacerbados por una falta de actividad física. En sus revisiones de literatura, concluyen que el ejercicio afecta positivamente a toda la población mostrando grandes beneficios en el aparto cardio respiratorio y locomotor.
Lowe (2011) añade que la actividad física puede paliar los síntomas de los pacientes con cáncer, mejorar la movilidad, disminuir el declive funcional, y mantener la calidad de vida hasta el fin de la vida.
Entre los efectos tempranos del tratamiento contra el cáncer nos podemos encontrar de forma general que con la radio, quimioterapia, cirugía y tratamientos hormonales, se pueden ver afectados multitud de tejidos y funciones, teniendo incremento de infecciones, hemorragias, complicaciones varias, nauseas, vómitos, pérdida del apetito, cambios en la piel, fatiga, dolor, o pérdida temporal de pelo (Lucia et al. 2003).
La actividad física tiene los efectos beneficiosos generales para cualquier tipo de cáncer como por ejemplo la oxigenación de los tejidos por el hecho de la dilatación de capilares y aumento de la frecuencia cardíaca, situación en la que las células cancerosas se encuentran en una situación hostil para su proliferación, puesto que éstas se desarrollan en ambientes con ausencia de oxígeno (Lucia et al. 2003). La actividad física hace también que, los supervivientes, puedan discernir mejor la fatiga del ejercicio de la fatiga normal que pudieran sentir, haciendo que ésta a su vez se disminuya gracias al propio ejercicio (Felder-Puig et al. 2006). Una de las causas que se puede ver favorecida, a expensas de mejorar la fatiga es la relación social y el sedentarismo, causas que van de la mano y que afectan emocionalmente a los supervivientes (Lucia et al. 2003)